Defensores del Evangelio

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Entre pastores y ladrones se esfuma la fe

Como dice la Palabra, que en los postreros días hasta las piedras hablaran. Este señor Jaime Andrés, es un periodista in converso por lo que se puede apreciar en su ensayo, pero que a la postre, es la forma en que ven hoy en día a los mal llamados "ministros de Dios" o peor aún "Los Ungidos de Jehová". Leamos y analicemos, cualquier parecido con la realidad no es coincidencia es la mera verdad.

Por: Jaime Andrés Jaramillo Botero | Medellín | Publicado el 5 de junio de 2010 en el Periódico El Colombiano.

Como seres terrenales únicos, tenemos la capacidad de discernir y razonar, esta es la gran diferencia que poseemos si nos comparamos con los demás seres del planeta, pero es por esta misma condición humana que nuestra razonabilidad referida al origen y fin del universo es limitada y por ende trasciende a los campos de la teorización basada en el conocimiento científico, teológico y filosófico; alfa y omega, seguirá siendo la gran duda metafísica, el principio y el fin de la existencia como materia y espíritu.

Afortunadamente para el ser humano existen todo tipo de corrientes religiosas e ideológicas en las que se encuentra explicación a esta incógnita y se halla refugio ante el temor de lo que pasará después de la muerte, pero hay quienes hacen de este acertijo, cuya respuesta es el camino al cielo, el más cruel de los negocios, logrando construir grandes imperios económicos, llenos de opulencia y ostentación, a expensas de las contribuciones sistemáticas de quienes siguen a los mal llamados profetas, apóstoles, ministros, pastores, predicadores, sacerdotes, etc., que en realidad son verdaderos impostores merecedores de toda repugnancia, que prevalidos de los dogmas sagrados, atraen adeptos o incautos, en su mayoría gente con limitaciones intelectuales y económicas, quienes cifran todas sus esperanzas de vida en la resignación y la confianza en un Dios, afianzados ciegamente en el fanatismo y contribuyendo ingenuamente al enriquecimiento de estos abominables ladrones de la fe, que usurpan de sus fieles seguidores, el dinero que pudiera calmar el hambre de millones de pobres que sufren actualmente.

La brújula del proceder humano debe conducir a la práctica de conductas que permitan un crecimiento espiritual y material, alejado de los excesos o desbordes de vida, que chocan con los lineamientos del orden social y que socavan la sana convivencia, buscando un equilibrio entre el ser y deber ser, cuya media es hacer el bien, comportamiento que todos debemos asumir con el mayor compromiso y responsabilidad, como integrantes de un conglomerado, para que existan las condiciones que generen armonía en nuestras comunidades, pero es el colmo que muchos de los que orientan estas posturas sean los primeros en demostrar lo contrario y, peor aún, jueguen y se enriquezcan con lo más sagrado que es la fe de las personas.

Hay que rechazar a los falsos profetas que predican pero no practican sus postulados doctrinarios, aquellos quienes evidentemente demuestran con su forma de vivir y comportamiento una falsa moral, contraria a los principios que enseñan y a los fundamentos de las religiones que representan. Combatamos estos fariseos, pastores millonarios, que a costa de la confianza, la bondad y generosidad que depositan los creyentes, vulneran su esperanza, haciendo de la fe un verdadero commodity, tristemente regido por la oferta y la demanda, que deteriora cada vez más la imagen de las diferentes iglesias y religiones del mundo.